El Poder Secreto de los Cuentos

Un cuento no tiene nunca un sólo significado, y en cada nivel de conciencia el significado del cuento es diferente, cada vez que progresamos en nuestro camino y recordamos o volvemos a oír o leer antiguos cuentos descubrimos nuevos significados que antes no habíamos visto. El impulso de contar cuentos parece ser tan viejo como la civilización y es mayoritariamente reconocida la importancia de la cultura, y en concreto el papel de la literatura, como forma de obtener modelos de vida útiles.

Un relato puede comunicar profundas verdades acerca de la vida, ayudándonos a crear imágenes que perdurarán durante años en nuestra mente. Los cuentos de hadas, las historias bíblicas, las gestas heroicas de la historia, o los peripecias de nuestros familiares y antepasados, contados por un adulto en quien confiamos y por el que nos sentimos queridos, se convierten, cuando somos niños, en las primeras experiencias de orden significativo que obtenemos de la experiencia del pasado. En el ámbito familiar, se muestra de gran valor para la convivencia, que los mayores puedan expresar sus sentimientos a través de los relatos, y los más jóvenes tengan la posibilidad de encontrar respuestas que les ayudan a dibujar su identidad y definir sus valores.

También en los últimos tiempos, la eficacia de los cuentos para presentar ideas de una manera dramática y esencial ha impulsado a un gran número de personas y empresas a utilizarlos, en un intento de mejorar sus niveles de comunicación. La antigüedad de esos relatos, se remonta a un tiempo más remoto porque nos han llegado cabalgando en la tradición oral, como los mitos y las leyendas. Y aún cuando después se van arropando con las circunstancias históricas y culturales del lugar en que hacen eco, algunos estudiosos del tema, consideran que están llenos de profunda simbología.

En el inconsciente colectivo del hombre anidan los arquetipos: estos son como un saber innato, intuición oscura acerca de las relaciones del hombre con el Cosmos, con los otros, consigo mismo y con Dios. Este saber o presentimiento es tan profundo que no logra expresarse sino en símbolos. El lenguaje racional no es capaz; hay que recurrir al lenguaje simbólico. Estos símbolos son básicamente los mismos siempre y en todas partes, aunque en cuanto a sus manifestaciones concretas dependen del entorno cultural concreto. Aparecen cuentos, mitos, sueños.  —Carl Gustav Jung

Desde la antigüedad, el hombre se ha guiado por arquetipos extraídos de la Biblia y otros modelos míticos. Con la llegada del Racionalismo hubo un progresivo rechazo de estos modelos "irreales", sin tenerse en cuenta que éstos están llenos de soluciones para los conflictos psicológicos que se plantean en todos nosotros.

Lo mismo ocurre con los cuentos de hadas: el niño, como todo ser humano, se pregunta, ¿quién soy?, ¿por qué estoy aquí?, ¿cómo debo vivir mi vida?; los cuentos le proporcionan algunas respuestas. Los mitos, los cuentos y los arquetipos son elaboraciones del inconsciente colectivo que ayudan a conocernos mejor. Son el legado de la sabiduría adquirida por las generaciones pasadas sobre su psique, que entregan a las generaciones futuras. Por ello, deben merecer todo nuestro respeto y admiración.

Cuentos
A continuación algunos cuentos y enseñanzas para despertar la conciencia.

El pobre ignorante

Un hombre, muy sencillo y analfabeto, llamó a las puertas de un monasterio. Tenía deseos verdaderos de purificarse y hallar un sentido a la existencia. Pidió que le aceptasen como novicio, pero los monjes pensaron que el hombre era tan simple e iletrado que no podría ni entender las más básicas escrituras ni efectuar los más elementales estudios.
Como le vieron muy interesado por permanecer en el monasterio, le proporcionaron una escoba y le dijeron que se ocupara diariamente de barrer el jardín. Así, durante años, el hombre barrió muy minuciosamente el jardín sin faltar ni un solo día a su deber.
Paulatinamente, todos los monjes empezaron a ver cambios en la actitud del hombre. ¡Se le veía tan tranquilo, gozoso, equilibrado! Emanaba de todo él una atmósfera de paz sublime. Y tanto llamaba la atención su inspiradora presencia, que los monjes, al hablar con él, se dieron cuenta de que había obtenido un considerable grado de evolución espiritual y una excepcional pureza de corazón.
Extrañados, le preguntaron si había seguido alguna práctica o método especiales, pero el hombre, muy sencillamente, repuso:
--No, no he hecho nada, creedme.
Me he dedicado diariamente, con amor, a limpiar el jardín, y, cada vez que barría la basura, pensaba que estaba también barriendo mi corazón y limpiándome de todo veneno.

 

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