nuestra Familia Cósmica

La Familia Cósmica

En estos tiempos ya casi nadie pone en duda, el hecho de que no estamos solos y que no somos los únicos seres mortales inteligentes del universo, muy por el contrario, debemos reconocer que somos los últimos en la escala evolutiva de los planetas, pues son muchos los que nos anteceden.

En la vida terrenal se conoce como familia a un grupo de personas unidas entre sí por lazos sanguíneos o espirituales. En las familias cósmicas ocurre lo mismo. De 35 a 500 almas forman una familia cósmica no existen padres ni madres, ya que la fuente de cada alma es Dios.

Algunos miembros de la familia cósmica están experimentando en el plano terrestre y otros no. Los miembros de la familia cósmica encarnan juntos más frecuentemente que junto a extraños. Desempeñan diferentes papeles trabajando juntos, diferentes tipos de relaciones, problemas y experiencias.

Algunas veces los sentimos, más no comprendemos lo que es, tratando de comprender nuestra existencia, en ocasiones nos ha llevado a un sentimiento de nostalgia, soledad y vacío. Viviendo el nuevo ciclo estamos descubriendo y sentimos evidencias de nuestro origen. Un sentimiento de unidad nos llevara a nuevos estados de conciencia y paz.

Pero, ¿qué es esa nostalgia que sentimos y de dónde viene?

Existe un sentimiento oculto que se reconoce como "echar de menos", a algo o alguien que no se sabe muy bien que es, pero que si sentimos claramente que es algo "muy nuestro", que nos pertenece profundamente. A veces, esta nostalgia toma la forma de sentimiento de echar de menos un lugar, al que identificamos como "nuestra verdadera casa", un sitio del que nos sentimos parte de el y en paz y a la vez, nos sentimos en unidad con el.

Otras veces, podemos "echar de menos" a alguien, no sabemos muy bien quién es, pero si sentimos claramente que es alguien muy afín a nosotros. Puede ser un ser, o pueden ser varios seres, o todo un grupo de seres, a los que identificamos como " nuestra verdadera familia", en nuestro interior.

Esa nostalgia que sentimos en ocasiones tiene una explicación muy clara: Nosotros estamos aquí en un cuerpo físico tridimensional desterrados y alejados momentáneamente de nuestra verdadera naturaleza que es luz y amor.

Todo esto se olvida al ingresar a la tercera dimensión. Pero la intuición queda profundamente grabada. Esa intuición, al pasar por el filtro de la personalidad, nos trae parte del recuerdo: que nos falta algo, que nos falta alguien y que no somos de aquí, es decir de la tierra, o al menos del plano tridimensional. Empezamos a recordar que no podemos ser sólo esto que vemos, sino que somos mucho más, incluso, de lo que intuimos.

Hay momentos en la vida, en los que nos sentimos especialmente sensibles al llamado de la verdad que habita en nosotros, y cuando ese llamado llega, no entendemos. Nos sentimos desgraciados y no sabemos exactamente por qué. Nos sentimos vacíos sin saber que es lo que nos está faltando. La vida se convierte así en diferentes maneras de tapar, de poner parches en ese vacío existencial que sentimos sistemáticamente.

Algunas veces echamos de menos nuestra casa, nuestro verdadero hogar, en otras palabras, echamos de menos nuestro origen cósmico. Y es que sentimos que no pertenecemos a este mundo, ya que observamos a nuestro alrededor y vemos que se nos presenta como un conjunto de seres y de acciones muy lejanas de nuestra verdadera naturaleza. Este es un estado que no se pierde al venir a la materia, pero si que se olvida.

Aveces se reciben destellos de recuerdo. Cuando recibimos el recuerdo no completo, o con interferencias momentáneas de la personalidad, es cuando se produce esa nostalgia por algún lugar que identificamos como nuestro, que sabemos que nos pertenece y que nosotros le pertenecemos a el.

Otras veces sentimos que extrañamos a alguien, no sabemos quien es, y nos sentimos solos e incomprendidos dentro de este mundo extraño que habitamos momentáneamente, es que estamos echando de menos: A nuestra alma gemela, o complemento cósmico, a nuestra familia cósmica, a nuestro linaje cósmico.

Sentimos que existe alguien en este mundo que es nuestro complemento cósmico y que encajaría a la perfección con nosotros, a este ser, que es una parte de nosotros mismos, lo echamos de menos, lo anhelamos y lo necesitamos.

Ese sentimiento también se manifiesta con respecto a la familia, pues intuimos con toda claridad que la familia que tenemos ahora en el plano tridimensional, no es nuestra verdadera familia, o al menos, gran parte de ella.

Pero si analizamos todo estos sentimientos, nos encontraremos una vez mas con que son la intuición de algo que es verdadero en los planos superiores, pero que llega a nuestra personalidad incompleto o con interferencias y lo recibimos con nostalgia.

Algunas veces la unión material se realizara en aras de un servicio más completo y otras veces, la unión se podrá materializar también a nivel de vivir cotidiano. En todos los casos, la unión sutil no se pierde en ningún momento y puede dar lugar a hermosísimos servicio de amor y de luz cuando se realizan las tareas con la conciencia de que las almas complementarias están actuando al unísono.

El servicio de esta manera muy elevado y fuerte. se va a dar esta reunión de almas muy a menudo en este final de los ciclos, sobre todo en los seres que estén preparado para este importante encuentro, que supondrá la culminación de las tareas y experiencias para pasar a un nivel vibratorio.

Estamos reencontrándonos con muchos seres de nuestra familia cósmica en la materia y también con seres que pertenecen a nuestro mismo linaje cósmico. Estos son encuentros que producen gran alegría para el alma. igual que en el caso de las almas gemelas, unas veces se puede estar junto a ellas y otras no tanto, ya que el servicio siempre esta por encima de los gustos personales y de lo que tiene que ser en conciencia.

En este mundo vemos a muchas personas en un afán por conseguir cosas que les den más seguridad en la vida, como autos modernos, casas grandes y lujosas, etc. y piensan que cuando obtengan todo eso, podrán por fin ser felices. Y es que verdaderamente algo nos falta desde el ser y ese algo es el recuerdo; no tiene nada que ver con las cosas materiales.

Lo bueno de anhelar y de este buscar, es entender que tarde o temprano, todos iremos ampliando ese instinto de búsqueda y lo haremos mas profundo, mas real. Entenderemos que es lo que buscamos y donde se encuentra la felicidad y la plenitud verdadera.

Tener en cuenta que esa nostalgia que sentimos no es negativa. Simplemente hay que tomar conciencia de que uno sirve para llegar a lo otro y con la nostalgia empezaremos a abrir una puerta que nos podrá conducir hacia el descubrimiento de una realidad cada vez más amplia y profunda.

Experimentaremos que la plenitud esta en nosotros, porque nosotros somos el todo. ¿Qué más podemos anhelar? ¿a qué más alta y bella meta podemos aspirar?

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